Martes – Cuentos para soñar, reír, imaginar o dejarse llevar esta Semana Santa

Enviado por administrador on Mar, 31/03/2015 - 10:00

Descripción

Estamos a martes y ha llegado el momento perfecto para la segunda entrega de El Doctor Pantufla y sus aventuras ¿Lo estais disfrutando? El personaje ha sido creado por María José Floriano, una periodista amante de las historias y los cuentos y autora del blog Tirando del Rizo.

 
I. El Caramelo de Violetas. Parte 2.
 
-Ay Doctor, Doctor, a ver qué puede usted hacer por mi niñito, le he dado todas estas medicinas, y le enseñaba un montón de cajas con pastillas de todos los colores, y no mejora. Tranquila Rosita, tranquila, me voy a quedar solo con Ernesto y ya verá como se recupera.
 
-¿Qué te duele Ernesto? Y el muchacho se señalaba la barriga. -¿No puedes hablar? Y entonces hacía una mueca. – A ver esa fiebre…¡Uy! ¡Estás muy caliente!
 
Está bien, está bien, le dijo Pantufla, verás cómo te pones bueno, ya sé lo que te pasa.
 
-¿¿Siiii?? Dijo muy sorprendido Ernesto. Claro pequeño, te voy a contar una historia que le pasó a un muchacho que conocí hace mucho tiempo y que se parecía mucho a ti.
 
Cuando yo era joven, y estaba menos redondeado y menos atareado que ahora, tuve que ir un día a visitar a un chico que vivía en la colina que hay detrás de la casa azul. Allí había entonces una granja muy pequeñita en la que vivía un muchacho con unos amigos un poco especiales: los animales era todo lo que tenía por familia. Así cada día desayunaba con los conejos, iba al río con las ovejas, jugaba con las vacas, o hacía los deberes con las gallinas y los pájaros, ¡ah! y con algún ratón que siempre acudía para ayudarle con las mates. Pero un día, el muchacho se levantó sin voz sin saber porqué y casi no podía andar sin saber porqué, tampoco podía comer y como ya te imaginarás no sabía por qué. Sus amigos los conejos, las gallinas y los caracoles estaban muy angustiados y mandaron a los pájaros corriendo, bueno volando, que es más que corriendo, a buscarme.
 
Cuando le vi los ojos tan tristes, como cuando no esperas nada, en seguida me di cuenta de que a ese muchacho se le había acabado la fe y entonces ¡estaba perdido! -¿Me sigues señorito? Ernesto asentía con los ojos muy abiertos. Pues eso, ¡que sin creer!, ¡sin confiar! no se puede vivir pequeño y por eso aquel muchacho se sentía tan mal y no sabía por qué. Yo le aseguré que había encontrado el remedio para su mal y el chico, ahora soy yo el que no sabe porqué, creyó en mí. ¡Pero es que para creer no hay explicación, esa es la magia de este asunto, que si lo sientes sucede y ese es todo el porqué!
 
Entonces el Dr. Pantufla abrió su enorme maletín empezó a sacar un montón de cachivaches innecesarios; un gato de trapo, una horquilla de flores, una camisa de cuadros…hasta que, en el fondo de los fondos, encontró lo que buscaba, El Gran Caramelo de Violetas…
 
CONTINUARÁ…

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